Hay Ángeles en este lugar!

(continuación de Dios es siempre bueno y nunca te abandona)

Hay un tema pendiente y por el cual había iniciado esta catarsis a través de la escritura más wp-15500624285198410523157845137738.pngno lo concluí.

En primer lugar admito que traté de evadir el tema.

Cada vez que voy atrás, regreso mucho más atrás aun y eso me causa aflicción.

Segundo porque a pesar de querer llegar al punto del trasplante de Gabriel, antes debo mostrarles lo que nos condujo hasta ese instante.

Nada surge porque sí, ahora estoy más segura que nunca. No existe tal término «ideopatico»  que se utiliza para definir una enfermadad sin causa aparente.

En fin regresemos al tema.

Después de saborear con absoluta amargura el trato de la salud pública y privada en nuestro país, en un último aliento de sobre-vivencia mezclada con esperanza y fe ciega, esa que nos queda al final de todo, pura fe y confianza en mi misma, en nosotros (en Julio y yo) marque el teléfono a mi esposo, que a esas horas trabajaba y le dije: «Nos vamos a Chile» voy arreglar todo.

Obvio, él tenía muchas preguntas, pero había en mi voz una especie de gemido, supongo que era como escuchar un animal herido, desahuciado por la inoportuna diagnosis de un galeno muy poco humano.

Su respuesta fue inmediata ¡vamos! yo arreglo las cosas aquí.

El punto «yo arreglo las cosas aquí», correspondía a presentar la renuncia o negociar un despido, porque en ese entonces pensamos que era blanco o negro.

Finalmente y como una bendición más, un millón de gente buena rodeaba a mi esposo en su trabajo, en realidad creo que fueron en ese entonces y ahora ángeles en nuestro camino.

Encontraron otras muchas posibilidades, no solo en la proesa de recaudar fondos para poder viajar a otro país a realizar la operación, si no que procuraron no dejar sin sustento a mi familia.

Estamos tan y eternamente agradecidos con ellos, nos tendió la mano desde el más humilde hasta el más pudiente, sin importar nada, solo por que creyeron que la recuperación de Gabo era posible.

Seguro esta historia les parecerá conocida, al conversar lo con otros he percibido que es bastante común.

Las personas que menos imaginamos fueron nuestro mayor apoyo moral y económico, en ese entonces, incluso más que ciertas personas con las que compartimos consanguinidad, en ese instante, no se el ¿por qué?  no fueron parte nuestra causa. Por el contrario estas personas con las cuales no compartía nada, algunas ni si quiera compartían el mismo país y sin embargo creyeron en nosotros.

Claro que también estuvieron esos pocos pero siempre, siempre presentes que no solo se sienten familia por tener la misma sangre si no que practican la familiaridad, siempre, a ellos que también que nos dieron techo, comida, facilidades, consejo, dirección, amor y apoyo, mi eterno, eterno amor.

Así les decía que aunque pudiésemos pensar que ese cumpleaños de Gabo, esa navidad y ese fin de año fueron horribles, no fue así, en el recuerdo de hoy, por su puesto, en ese entonces nos sentíamos destrozados pero con un sentimiento de agradecimiento gigante que equiparo bastante bien la balanza.

Recuerdo que para el día 26 de noviembre me llamaron del colegio preguntando si sería un buen día para Gabriel, si podía asistir con seguridad al siguiente día. Para entonces su asistencia era cada vez más intermitente. Se los asegure y lo acompañe.

Aún se me van las lagrimas al recordarlo.

Ya ese día al llegar recibí en un humilde sobre la colaboración de los maestros y trabajadores del colegio, un esfuerzo sin igual ya que sé con toda seguridad que no ganaban mucho, un gesto más que valoramos sincera y profundamente.

Caminamos y nos internamos más en las instalaciones, sus compañeros y maestros lo esperaban con una torta y regalos bajo la choza del patio de recreo para entonar el cumpleaños feliz,

Y aunque ese momento en sí ya hubiese sido memorable y suficiente para un par de corazones tan necesitados de valor y afecto, su profesor de música y aquellos angelitos comenzaron a cantar lo más hermoso que he había escuchado hasta entonces, la tonada es propiedad de Jesús Adrián Romero y fue un instrumento divino de mi Padre Dios para decirme:

– ¡Hey! Chiquilla tonta, estoy aquí, no desmalles –

Bueno, otros pueden llamarlo universo, pero hay ese algo gigante que trasciende a través de todos y cada uno, incluso podría decir que a veces nosotros somos aquello y otras lo son para nosotros como en esta ocasión.

La respuesta de los padres de familia del colegio y especialmente los del grado de mi hijo fue espectacular, además de armar eventos para recolectar dinero, nos visitaban con pasteles, abrazos, palabras y oraciones para Gabriel y para nosotros, fueron seres de luz en esos instantes, sin su ayuda no lo hubiésemos logrado, aquí mi recuerdo al más entusiasmado, el que menos miedo tubo de convocar gente y jugársela por mi causa.

Él se llamaba Fabricio, inexplicable y absurdamente murió de un paro cardíaco casi al año de la tan noble labor que gesto para ayudar a mi hijo. Lo que fue un golpe sin igual para todos.

Devastador para su esposa Irene y su hija; a ellas les debo mucho y tanto no solo porque hacían un hermoso equipo con su esposo y padre, si no porque aun habiéndolo perdido, seguían preocupadas de los avances de mi hijo.

Esa amigos, es una lección suprema, hacer el bien, ser solidarios, amables etc, no te hace vivir por siempre, no es que mejora o aumenta algo en esta vida, aunque bien puede darte la satisfación personal de estar haciendo algo provechoso con tu vida,  lo que hace es darte la verdadera trascendencia que no tiene que ver con un cielo o un infierno.

Tengan la seguridad que en el corazón de quien sembraste, en el espíritu de las personas con quien compartiste, en la memoria de quien recibió tu ayuda y amabilidad serás eterno… (Gracias por siempre Fabricio, Ire y Sofi)

Como para recordar algo bello, les dejo el link de un momento único en esta travesía, que hasta entonces pensábamos era por salud, hoy sabemos que fue por más.

Solíamos ponerle una mascara de dinosaurio para las fotos, no se, tal vez por protegerlo para un futuro, uno de tantos miedos absurdos o no que surgían en ese entonces.

Sin embargo la mascara de super héroe y tan acertada ese día, creo , que vino acompañada con toda la buena acción de estos maravillosos seres humanos. .

Ese fin del 2014 y el inicio del 2015 fue tan diferente a lo que habíamos experimentado hasta entonces y memorable en todas sus formas, porque mientras combatíamos con nuestros miedos, la terrible situación económica, el sobrevivirle a los síntomas de la insuficiencia renal, el preparar un viaje totalmente incierto y en tanto eramos testigos tambien dede co el aliento de la vida de nuestro hijo se escapaba con las horas.

Con todo eso puedo decir que los ángeles estaban con nosotros, mi familia se nutrió y respiró del amor de ustedes, ellos, de todos quienes fueron de alguna manera por pequeña que les parezca su participación, fueron Ángeles de Dios .

Concluida la descripción de ese fin de año me gustaría mostrarles un poco de las navidades pasadas para que comparen, tal como ocurre en el cuento de Charles Dickens y en definitivo no creo tener tal virtud, pero trataré de hacerlo lo mejor que pueda.

Entre las más destacadas esta la del 2004. Memorable porque los primeros días de noviembre perdimos a nuestro primer hijo, su nombre era Julio César, prefiero mostrarles la canción que aun no logro entonar completa porque sigue desgarrando mi corazón, es un verdadero poema, compuesta por Jorge Fandermole y grabada por Juan Carlos Baglietto y Silvina Garré en 1982.

Dice así:

«Sabes hermano lo triste que estoy
se me ha hecho vuelo de trinos
y sangre la voz
se me ha hecho pedazos
mi sueño mejor
se ha muerto mi niño, mi niño, mi niño
mi niño hermano.
No pudo llenarse la boca de voz
apenas vació el vientre
de mi dulce amor.»
enorme y azul, la vida se le dio
no pudo tomarla, no pudo tomarla
de tan pequeño

Yo le había hecho una blanca canción
de un amor entre una nube
y un pez volador, lo soñé corriendo abrigado en sudor
las mejillas llenas las mejillas llenas
de sol y dulzor

Era en abril el ritmo tibio
de mi chiquito que danzaba
dentro del vientre un prado en flor
era su lecho y el ombligo
y el ombligo el sol.

No busques hermano camino mejor
que ya tengo el alma muda
de decirle a Dios
que hacemos ahora mi dulzura y yo
con dos pechos llenos con dos pechos llenos
de leche y dolor.

Estamos pensando
sería mejor, el marcharnos tres, el marcharnos tres
que quedarnos dos.» 

Para quienes no la han escuchado, les recomiendo echarle un vistazo.

El punto es que yo viví y sentí exactamente todo lo que dice esta canción y no lograría explicarlo mejor.

Mientras yo me quedé en la clínica después de la cesárea, con los pechos llenos y sin guagua que amamantar más esa extraña idea que dentro de mi vientre seguía moviéndose mi niño, mi esposo junto a mi familia velaba a mi pequeño en la sala de la casa de mis padres, no me dolía no estar ahí, me dolía que no me permitieran verlo.

No me dejaron conocerlo, no pude abrazar nunca su cuerpecito, no solo me habían arrebatado la esperanza que llega con una nueva vida, me quitaron el derecho a despedirme de él.

Al cabo que todo depende de como lo mires y a tema de terapia he debido despedirme de él sin pasar por el velorio.

Aquí entre nos, y a riesgo que dejen de leer mis palabras por creerme deschavetada, es de esas cosas que no he logrado todavía, despedirme completamente.

El recuerdo de su posible imagen ha ido creciendo conmigo y con mis otros dos hijos, no es que yo deje un espacio físico en la mesa, es más como ver a mis hijos jugar con su padre e imaginarlo entre ellos, corriendo y saltando, empujando a su hermano y mimando a la más enana.

Hoy sería un joven del tamaño de su padre, cosa que ya sería pedir mucho para talla que ostentamos entre los dos. Tendría un buen perfil, sería bien parecido porque se parecería a mi, pero tendría el aire pacífico y varonil de su padre, seguramente ya me hubiese presentado una enamorada y tendría que pagarle una especie de soborno de vez en cuando para que me ayude con el par de revoltosos de sus hermanos.

Es difícil tildar esta situación como ganar ganar,  porque la muerte es algo definitivo y hasta cierto punto para los que se quedan aquí nadie gana.

Sin embargo me quede con la esperanza que sembró en mí, su posible él, los posibles si estuviera aquí… que cuando los siento mi inconsciente no distingue si es o no realidad (a menos que yo se lo diga) y la verdad los he saboreado y sentido plenos igual.

Perder un hijo de cualquier edad, duele infinitamente, y mal por mi que siendo psicóloga nunca advertí como poco a poco me sumía en el obscuro camino de la depresión, a mi favor creía que yo podía con eso y claramente me equivoque.

Esa navidad del 2004 mi papá oraba con sollozos y no es el ser más creyente de la tierra, creo que pidió salud para todos, que mi hijo esté en el cielo y yo su hija supere este evento. Nada estuvo más lejos que esa petición. Nada.

Se había desencadenado una serie de eventos en un viaje loco y sin retorno, había iniciado un proceso de des conexión con todo lo que un día fui y de conexión con el ser que soy hoy.

Continua…

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3 comentarios sobre “Hay Ángeles en este lugar!

  1. Xime que hermoso lo que escribes tanto de tus hijos aquí como de aquel ángel que como dices tú siempre serán un si estuviera me lleno el corazón leer esto hoy día mi ángel cumpliría 21 si sigo pensando en ella como el primer momento en que me dejo sin aceptar su partida y dándome cuenta la depresión en la que me estoy sumiendo de tanto dolor

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    1. Loli! Te siento, creo que podemos salir de esto sin perder su imagen en nuestra alma. La depresión, esa sí necesita apoyo de quienes nos rodean y atención médica, no le dejes eso ni al tiempo, ni al momento, que no se opaque tu luz, lucha por tí y los que te siguen y observan, ellos seguirán tu ejemplo sin preguntar, muestrales que siempre a pesar de todo y el dolor puedes volver a brillar. Te envío un abrazo inmenso y lleno de energía. Aquí estoy para lo que necesites.

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  2. Muy Lindo, tu escritura me engancha a querer más, como te dije antes deberías escribir un libro. Muchas pueden identificarse con tu historia y tener un poco de consuelo.

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