Que el mundo se adapte a ellos porque tenemos mucho por aprender…

No sé si este episodio ya lo conté, de todos modos, nos viene bien recordar un poco…

Transcurría vertiginosamente el año 2015, apenas habíamos superado once días en la UCI del Hospital de las Condes en Santiago, Gabriel estaba genial, se sentía cada vez mejor, pese a toda la felicidad que encerraba ver un niño sano, estaba esa incomodidad de no haber comido, dormido, aseado o descansado bien durante esos días, el solo hecho de pensar que nos íbamos a casa era reparador.

Al llegar a casa y solo después de descansar un poco, caí en cuenta que nuevamente nos encontrábamos encerrados, básicamente cambiamos de jaula pero no de estado.

Cuando tienes un riñón nuevo usas medicinas que suprimen el sistema inmunológico, debes guardar una cuarentena que se alarga por cerca de un año o el tiempo que demore la consecuente disminución de estos medicamentos, como es de esperar, en ese tiempo y paulatinamente se va abriendo el panorama de cosas a las que te puedes exponer.

El primer mes fue clave y sumamente agotador. Ya desde el segundo hasta el sexto un poco más liviano, pero era igual de importante evitar cualquier contacto con el resto de la humanidad (sus virus y gérmenes) tanto como los objetos y lugares donde puedas encontrar a estos pequeños amigos de la humanidad.

Llegó un punto, ese donde luchas incluso contra el clima que provoca se desate la rinitis alérgica, te preocupa cosas que nunca antes te preocuparon, como tener impecables las boquillas de los grifos de agua, llaves de los lavabos, las toallas etc. Tanto que dejas de usar por completo los famosos trapos o paños para limpiar la cocina o los baños.

wp-15524122466911098428856630251824.pngMucho cambio en nuestras costumbres, todo se desinfectaba con alcohol ¡todo! no existían paños reutilizables como ya se los dije, solo toallas de papel, pero una vez que eran usadas inmediatamente se descartaban en el tacho de basura, los ambientes se desinfectaban con “Lysol” cada que alguien respiraba cerca de mi hijo, la vestimenta y ropa de cama se lavaba en agua caliente y con bicarbonato, todo pasaba por la secadora y los interiores por la plancha también.

Por lo menos durante dos y medio o casi tres años procuramos comprar agua envasada con ósmosis inversa, pese a que al año de trasplante su doctora ya nos dijo que podía beber agua previamente hervida.

Usábamos mucho gel desinfectante, mucho alcohol, vinagre, bicarbonato de sodio, jabón y agua.

Recuerdo con gran cariño a los que no faltan, esos individuos que siempre están dispuestos a compartir su divina providencia con los pobres mortales como nosotros y les molestaba mi exceso de precaución.

No falto el que seguramente no entendió, que no se lo podía recibir en casa para evitar el contacto con nuestro hijo.

Imposible también imaginar el momento sin el revolucionario humano que presume sus conocimientos sobre el sistema inmune e incluso recomienda no protegerlo tanto, dejarle conectarse con el frío pasto del amanecer a pie pelado.

Todo esto mientras sus hijos o él mismo se limpia los mocos verdes y prominentes que resbalan apurados de su sistema respiratorio para poder hacer su natural trabajo de limpiar los gérmenes que tratan de invadir su sistema.p

Por su puesto suele coincidir con que no le gusta las vacunas (de los cual no estoy en contra pero tampoco completamente a favor por las circunstancias que me toca vivir) y por ende con ellos estaba el peligro de que éste o sus hijos se acerquen al mío y literalmente compartan sus gérmenes más no sus anticuerpos que sería lo óptimo.

Así el mundo se convirtió en un peligro recurrente para nuestra familia, no puedes andar por ahí pidiendo a los compañeros de trabajo o a los compañeros de tus hijos, incluso maestros que por favor si tienen síntomas de gripe o fiebre, diarrea, cualquier signo que denote que estas enfermo por favor no acuda a sus labores.

¿Cómo será la baja conciencia de higiene planetaria? Que no es de sorprenderse cuando estando con una fuerte gripe o gastroenteritis hay médicos que evalúan el estado del paciente y si este puede seguir trabajando o estudiando no le dan reposo, propiciando que cualquier germen o virus se extienda por el mundo.

Antes del coronavirus nadie me entendía, la familia se enfermó de influenza tipo A al menos dos ocasiones y los contagios fueron de compañeros y o maestros tanto del colegio como de actividades extra fuera de la escuela.

Espero que ahora que todos sentimos la fragilidad de la vida propia y de nuestros seres queridos, tomemos esa conciencia como directriz para sobrevivir en adelante, es una lástima que debamos pasar por algo tan terrible y trágico para entender cosas como estas.

La mayoría de gente, no tenía empacho en decirme que las personas con necesidades especiales deben adaptarse a «nuestro mundo» no al revés, pues espero que ahora que todos somos discapacitados inmunológicos, se den cuenta que el mundo que nos rodea y todo aquel que este con todas sus facultades en este caso un sistema inmunitario fuerte es quien debe adaptarse y adaptar el mundo para quienes no logran cumplir con los parámetros necesarios de supervivencia, entonces sí, podremos llamarlo «nuestro mundo»

Quienes conocen a mi hijo saben perfectamente que desde que su condición de niño completamente sano cambió y paso por todo este proceso, él se ha sentido solo en su lucha, siempre remando contra la corriente, siempre exigido a cumplir como los demás:

«Si fulanito falto una semana, se igualó en un día y rindió pruebas en dos días, usted también puede hacerlo»

«Señora venga a buscar a su hijo, solo envíelo cuando ya no tenga catéter puesto»

«Niño tu puedes hacerlo demuestra que eres mejor que los demás»

«Ni modo, adáptate, si todos pueden tu también»

Así podría enumerar frases indolentes hasta cansarme, lo cierto es que si mi hijo era un niño sensible y empático antes de su proceso, hoy es un joven empático pero sumamente lastimado por su comunidad, así que hoy por hoy no esperen encontrar un milagro viviente: socializar, jugar en el parque o asistir al colegio le molesta, le produce rechazo.

Además de la terapia emocional que lleva solo espero que un día logre reconciliarse con todos los seres humanos que por ignorancia o malicia colaboraron en este aplanamiento y anulación de su mismo yo.

Me entristece mucho, que hoy tanta gente esté en manos de nadie y a la vez de todos, seguramente quienes enfermen son los que menos podían con una enfermedad así, seguramente quienes enfermen sean aquellos que no temieron exponerse para salvar vidas, seguramente quienes queden no sean los mejores, comunitariamente hablando.

Lo que hoy sé, es que mi hijo no enfermo por algún «pecado cometido por su padre o yo», tampoco esta pandemia se desató por el matrimonio homosexual, los abortos o sencillamente por olvidar a Dios.

A ver si entendemos ahora que Dios no es un ser con barita mágica que anda castigando a diestra y siniestra, porque de lo contrario a los primeros que debía castigar es a quienes usando su nombre, violan, matan, emprenden guerras, compran y venden seres humanos, compran y venden drogas, a esos que con su boca juzgan o denotan intolerancia hacia el que piensa, siente o ve diferente.

Saben, lo que creo es que aquellos que por alguna razón nacen diferentes, con alguna capacidad diferente o durante su vida sufren la perdida de alguna facultad y eso los lleva a crear y modificar la vida que antes los rodeaba, no son más que pioneros en una carrera en la que estamos todos, digo ahora si todos porque en algún momento idílico la comunidad, la sociedad, tendrá que llegar a sentir y valorar lo que siente cada uno y lo que sienten los demás también, como experiencia social.

Tal como la vejez, un día tu madre o tu padre te dicen: «recuerda que yo te limpie y enseñe para que hoy seas quien eres, un día yo seré muy viejo y necesitare tus cuidados»

Del mismo modo si hoy encuentras un ser humano con una necesidad diferente cambia todo a tu al rededor para que este pueda ser integrado satisfactoriamente en el todo.

Seguramente este ser te está enseñando algo importante para tu evolución personal, como cristiano, como ser humano.

Deja de pedir que ellos se adapten y adapta el mundo a ellos, créeme, lo peor que puede pasar es que un día se extienda sobre el mundo una pandemia a la cual solo se sobrevive si guardas cuarentena, cuidas tus síntomas y evitas que otros enfermen también, y básicamente logras esto con medidas sanitarias respetuosas que tu siempre conocías y practicabas porque un niño X con el que compartías algún espacio en esta vida y al cual debías cuidar mucho necesitó ese mismo tratamiento.

Dios y la vida bendigan a tu familia este día y esta noche, pero sobre todo nos brinde sabiduría para entender, sentir y aprender a vivir en armonía, eso que dicen hacer «un cielo en la tierra»

 

 

 

 

 

 

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